miércoles, 18 de febrero de 2015

Es que vamos tan deprisa, tan ocupados, tan enfrascados.

Que no nos leemos, no nos disfrutamos.

miércoles, 4 de febrero de 2015

Un atracón de letras que tristes quieren salir.

Y mira por el retrovisor,  las mentiras se ven mas pequeñas,  el dolor se va tapando con capas de polvo que levanta el auto que la lleva lejos, un color distinto empieza y borra el color pasado tirándolo a la basura,  todo lo que se dijo y lo que no,  lo que nunca debió hacerse. Se desdibuja,  pierde brillo,  pierde vida. El gris la mira furioso porque ella lo abandona. Se deja ir hacia un mar,  a su arena movediza,  saliendo del desierto. Desnuda el horror,  lo tiñe para desconocerlo,  le pone capa y antifaz y juega a que no existe. Sonríe por ultima y por primera vez. Se desarma y se anuda y vuelva a mirar hacia adelante llevando a rastras ranuras en su corazón,  pensando en los mil perdones que regaló,  en las millones de veces que creyó. Pero no,  nada cambia,  aunque ella cambió.
A veces quisiera saber por qué crecí creyendo en el amor. Por qué leí novelas de ese amor, vi películas o escuche canciones durante toda mi infancia y mi adolescencia. No culpo a Disney, no es ese el amor que me marcó, nunca quise ser una princesa en donde un vestido hermoso me defina como persona, nunca quise ser rescatada por un príncipe porque siempre me considere lo suficientemente fuerte (y hasta esto termina siendo un defecto en algún momento) para poder levantarme y para sobrevivir, ni siquiera quise un palacio, siempre me gustaron las cosas simples, la humildad, las cosas que en vez de un precio tiene rotulado cariño ó amor... 

El amor que me formó fue el amor de ese "alguien" , de ese "único" , ese hombre que en cada historia que leí, vi o escuche ama a esa "única" mujer, esa persona que existe particularmente para estar con él, que la considera lo más grande y lo más hermoso que tiene, que haría todo por ella, que ama verla reír, verla dormir, que necesita abrazarla, besarla y que sabe que es la mujer de su vida, y todas las demás son sólo sombras. Ese amor, que marca un antes y un después, que es mágico, que es conmovedor. Esa Unión.

No entiendo porque creí en este amor, si nunca lo tuve en vivo y en directo a mi alrededor en ninguna etapa de mi vida y aún así sabia que yo lo iba a tener. Quizás para tenerlo tendría que haber nacido en otra época, ese momento de la historia en donde los hombres tenían que cortejar a las mujeres y todo era más fácil, no, tampoco creo en ese siglo como algo ideal, también tendría sus miles de defectos.

Y crecí, crecí queriéndolo. Hasta que llego Ese momento en que lo tuve. Eso fue lo peor, el tenerlo . Tenerlo en tus manos, tocarlo, saberlo, ver que realmente existe. Y ahí esta de nuevo lo peor, que de repente como un relámpago, como si estuvieras en lo más alto y tu piso fuerte indestructible se desvaneciera, se desmoronara y cayeras desde lo más alto, sin paracaídas, sin fuerza interior, solo estas  vos cayendo y cayendo en algo que parece nunca terminar. ¡Y parece haberlo hasta elegido! Decidir que el momento en el que va a suceder, es ese en donde la coraza de piedra que mantuviste frente de tu pecho por tanto tiempo, decidiste dejarla a un costado porque pensaste ya no necesitarla, y ahí esta cuando estas completamente desprotegida, cuando das la espalda sin miedo, ahí cuando menos lo esperaste. El puñal te atraviesa enteramente dejando una enorme herida, que no quiere cicatrizar.

Y es que al pensarlo, lo noté, el tipo de amor que esperaba, es demasiado difícil. Es dolorosamente absurdo. Es arduo, cansador y trabajoso vivir de a dos en uno. Y lo difícil y lo trabajoso, termina siendo aburrido y ese sentimiento es tan fuerte para  el alma humana, que esta termina por abandonarlo, elegir algo más fácil, más divertido, más rápido.

Y ahí en donde quedan dolidos mis ideales, mis creencias, mis caminos y todo en que alguna vez me saco adelante, me hizo subir.

Queda, en además de saberlo y confirmarlo y no confiar en eso nunca más-
En que el amor, no existe.